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Historia de la ropa interior femenina

RopaInteriorFemeninaLas mujeres empezaron a utilizar ropa interior en el siglo XIX, anteriormente, no llevaban nada debajo de su vestimenta ya que se consideraba que sólo las prostitutas y las actrices eran propias de usarlos, pero no las damas decentes. En cambio, los hombres ya utilizaban este tipo de ropa. Se colocaban por fuera y eran calzones largos sujetados por un braguero, marcando los genitales. Tal vez la vulnerabilidad de los órganos masculinos promovió el invento, mucho más antiguo, de la ropa interior masculina (celtas y germanos ya los usaban desde el remoto siglo VI). También se conoce el taparrabos egipcio, primer vestigio del afán de proteger una zona tan delicada de las inclemencias del clima y que consistía, básicamente, en un trozo de tela triangular que se ataba a la cintura. Los primeros materiales para elaborarlos fueron el lino, el algodón y el cuero.
Braceros Medievales, 1244-1254, autor desconocido
En la antigüedad grecorromana, las mujeres usaban algunas prendas que podrían considerarse ropa íntima con fines estéticos o higiénicos. Utilizaban ciertas ropas de ciertas telas para resaltar sus cuerpos, valiéndose de ellas para seducir. En aquella época, también constituían un indicio de su nivel social y de su estado civil.
Desde tiempos homéricos, se dice que Afrodita le dio un ceñidor a Hera para reconquistar a Zeus. Este ceñidor, llamado zóster, estilizaba la figura y dejaba los senos al aire y sostenidos hacia arriba. Ante tal provocación erótica, Zeus cayó rendido, lo cual se reflejó en la popularidad de que gozó esta prenda entre las mujeres.
Detalle. Diosa de las serpientes, cultura minoica, llevando un zóster

Las casadas usaban también otra prenda para sujetar el pecho (que es el antecesor de nuestro sostén), llamada apodesmo, y solía ser una tela de vivos colores y adornada con mucho esmero.

La transición histórica entre el desenfado antiguo, ansioso por mostrar las maravillas del cuerpo femenino, y el rigor ascético de los primeros fieles cristianos podría explicar en parte el aparente desinterés por colocarse ropas que no fuesen funcionales.

En la Edad Media hasta los médicos creían que lavar a menudo las zonas íntimas femeninas, o cubrirlas, era dañino, por lo que recomendaban “mantenerlas aireadas” para que su humedad natural no las pudriera. Obviamente las mantenían aireadas bajo las faldas. Las mujeres solían vestir una especie de sayo de lino bajo los vestidos con el fin de no ensuciarlos, y pasaban con él hasta varias semanas, así es, no se lo cambiaban.