Lo que no sabías sobre los senos femeninos

Es una de las partes del cuerpo que más amamos porque nos hacen ver más lindas y coquetas. Existen infinidad de motivos por los cuales amamos nuestros pechos, hay otras razones más divertidas, como por ejemplo, que nos ayudan a sostener el plato mientras comemos viendo Netflix echadas en la cama.

Las amamos también por la capacidad que tienen de producir el alimento más completo del mundo, por ser una zona súper erógena y por el hecho de que las blusas se ven mejor 😉

Sabías que…

1. La cirugía plástica (de aumento o reducción) es la más popular en el mundo.
2. Los bras como los conocemos se inventaron en el siglo XIX, antes las mujeres usaban corset. Pasó mucho tiempo y es imposible que aún así solemos tener la talla de bra equivocada.
3. Ahora son más las mujeres que amamantan. Las mujeres mayores de 30 años y las que tienen un ingreso más alto son las que más están a favor de la leche materna.
4. El 47% de los hombres se fija primero en los senos que en cualquier otra cosa ¿Por qué les gustan tanto?
5. Nuestros pechos cambian de tamaño durante el mes, por eso a veces sientes la copa un poco más llena que otros días. Te recomiendo que si decides comprar ropa interior, lo hagas después de tu periodo que es el momento en el que tus senos se encuentran en un tamaño «normal». También es súper normal tener un seno más grande que el otro.
6. No todas las bolitas son cáncer. 80% de ellas son benignas y no serán un problema de cáncer. Es normal que sientas bolitas justo antes de tu periodo, pero de cualquier manera, sea la fecha que sea, coméntaselo a tu ginecólogo la próxima vez que vayas.
7. Fumar ocasiona que tus senos se caigan antes de tiempo ya que la nicotina rompe la elastina del seno.
8. Los pechos pueden mostrar síntomas de embarazo mucho antes que el resto de tu cuerpo. Empiezan a crecer desde principios del primer trimestre, se están preparando para amamantar.
9. 29% de las mujeres han experimentado un orgasmo de senos. ¡Qué esperas para intentarlo!
10. Existen diversos tipos de pezones. Están los pezones «normales», que se elevan unos cuantos milímetros sobre la aureola. Los pezones «planos» que están al nivel de la aureola y sólo se elevan un poco. Los «invertidos» que literal están al revés y los «esponjosos» que tienen la aureola un poco levantada junto al pezón.

Historia de la ropa interior femenina

Las mujeres empezaron a utilizar ropa interior en el siglo XIX, anteriormente, no llevaban nada debajo de su vestimenta ya que se consideraba que sólo las prostitutas y las actrices eran propias de usarlos, pero no las damas decentes. En cambio, los hombres ya utilizaban este tipo de ropa. Se colocaban por fuera y eran calzones largos sujetados por un braguero, marcando los genitales. Tal vez la vulnerabilidad de los órganos masculinos promovió el invento, mucho más antiguo, de la ropa interior masculina (celtas y germanos ya los usaban desde el remoto siglo VI). También se conoce el taparrabos egipcio, primer vestigio del afán de proteger una zona tan delicada de las inclemencias del clima y que consistía, básicamente, en un trozo de tela triangular que se ataba a la cintura. Los primeros materiales para elaborarlos fueron el lino, el algodón y el cuero.

En la antigüedad grecorromana, las mujeres usaban algunas prendas que podrían considerarse ropa íntima con fines estéticos o higiénicos. Utilizaban ciertas ropas de ciertas telas para resaltar sus cuerpos, valiéndose de ellas para seducir. En aquella época, también constituían un indicio de su nivel social y de su estado civil.

Desde tiempos homéricos, se dice que Afrodita le dio un ceñidor a Hera para reconquistar a Zeus. Este ceñidor, llamado zóster, estilizaba la figura y dejaba los senos al aire y sostenidos hacia arriba. Ante tal provocación erótica, Zeus cayó rendido, lo cual se reflejó en la popularidad de que gozó esta prenda entre las mujeres.

Las casadas usaban también otra prenda para sujetar el pecho (que es el antecesor de nuestro sostén), llamada apodesmo, y solía ser una tela de vivos colores y adornada con mucho esmero.

La transición histórica entre el desenfado antiguo, ansioso por mostrar las maravillas del cuerpo femenino, y el rigor ascético de los primeros fieles cristianos podría explicar en parte el aparente desinterés por colocarse ropas que no fuesen funcionales.

En la Edad Media hasta los médicos creían que lavar a menudo las zonas íntimas femeninas, o cubrirlas, era dañino, por lo que recomendaban “mantenerlas aireadas” para que su humedad natural no las pudriera. Obviamente las mantenían aireadas bajo las faldas. Las mujeres solían vestir una especie de sayo de lino bajo los vestidos con el fin de no ensuciarlos, y pasaban con él hasta varias semanas, así es, no se lo cambiaban.